Dec 23, 2021

Jeremy Rifkin es un sociólogo y activista estadounidense que ha desarrollado una gran cantidad de investigaciones en torno al tema de cómo determinadas organizaciones culturales regulan sus relaciones. En su libro “La Civilización Empática”, comienza haciendo referencia a un film que da cuenta de un muy singular evento, verídico, sucedido en la Noche Buena de 1914. Lo acontecido  fue un alto el fuego no oficial entre las tropas del Imperio Alemán y el Imperio Británico, en el frente de batalla de la Primera Guerra Mundial. La artillería en esa región permaneció silenciosa, como nunca había sucedido hasta entonces. La tregua permitió que los caídos recientes fueran recuperados detrás de las líneas y enterrados. Incluso hubo cantos en comunión, intercambio de licores y demás gestos de camaradería entre los diferentes bandos. Lo que cabe preguntarse aquí es qué fue lo que sucedió en esta particular noche navideña.

Jeremy Rifkin va a plantear que el elemento constructor de lo humano es la empatía, es lo que nos distingue como especie. En este film denominado “Feliz Navidad”, se ve muy bien como dentro de un contexto de guerra, las personas que estaban en sus trincheras dispuestas a matar o morir, desmontaron las reglas impuestas para poder expresar lo que naturalmente se produciría en un hábitat normal. Dejaron de lado las armas dando paso así a su naturaleza humana.

La empatía es un proceso corporal, emocional y relacional por el cual una persona adquiere congruencia relacional con otra. La civilización misma se produce desde el registro del otro y no  desde el sometimiento del otro.  Así es que la naturaleza humana no se caracteriza por buscar la autonomía, convertirse uno mismo en una isla, sino por buscar compañía, afecto e intimidad. Me gusta pensar que la individualidad y la conciencia de uno mismo dependen y se alimentan de profundizar las relaciones con los demás, y el medio por el que se forman los vínculos es la empatía. Es en la comprensión de esta condición básica del  ser humano, donde aumenta la potencia vital de cada uno de nosotros. Es esa comprensión la base de la inteligencia relacional propia del Homo Emphaticus.

Entonces, la empatía es el medio por el que creamos vida social. A lo largo de todo su trabajo arqueológico de la civilización  humana, Jeremy Rifkin especifíca como para lograr un mayor nivel de confort relacional, con un mayor nivel de desarrollo empático, hay que invertir cada vez más tiempo y más energía. La idea fuerte acá es que, inversión mediante, estamos cada vez más inmersos en una civilización empática y no a la inversa.

La otra opción es creer y aceptar que el hombre es básicamente un ser egoísta, que la evolución de la especie elige dicha condición que permitiría que el más fuerte sostenga la permanencia de la especie, y entonces sí, lo recomendable sería la conducta destructiva. Esto es lo que escuchamos en el noticiero, en el supermercado e incluso en el consultorio. Lamentablemente lo que llega a nuestros oídos son las excepciones de las reglas.

Yo elijo creer que hoy hay una gran cantidad de padres y madres que se ocupan amorosamente de sus hijos, una cantidad interminable de hijos que bregan por el bienestar de sus padres, también amigos, colegas y una infinidad de sistemas relacionales que funcionan amorosamente. Si algo quisiera celebrar en esta navidad, y seguramente también en las que siguen, es que estas personas que se regulan armónicamente son la inmensa mayoría, aunque el sistema se empecine en hacer trascender lo otro. Celebrar la navidad es para mi celebrar este hito en la historia humana que da cuenta que somos constitutivamente amorosos. Hay historias que son mejores que otras para ser contadas y esta es una parte de la que prefiero contar yo.

Comparto el trailer de la película haciendo CLICK AQUÍ

 

Psic. Germán Balante
Coach & Trainer Internacional en PNL
Especializado en Neuromanagement