Les voy a comentar un poco de que versa este maravilloso modelo de las tres mentes propuesto por Stephen Gilligan. Nuestro experienciar está sucediendo simultáneamente como si fuera en tres niveles de mente. Y utilizamos el “como si” ya que no es más que una forma metafórica de describir el fenómeno de la vida. En uno de estos niveles, es como si habitásemos una primera mente que llamamos Mente Somática. Todo lo que tiene que ver con estar en el mundo de las sensaciones, con nuestros procesos biológicos, con nuestra capacidad de mamíferos, de emocionar, tender puentes relacionales; todo eso tiene que ver con dicha mente. Esta mente somática es antiquísima y tiene un montón de sabiduría propia que damos por hecha. Puede dar instrucciones específicas a su estómago para indicar que enzima debe liberar en este momento para digerir eso que comí, sabe exactamente cómo hacer para mantener su ritmo cardíaco, su presión sanguínea, entre muchas cosas más. Nuestra mente somática es capaz de hacer eso sin instrucciones de nuestra corteza cerebral, sin mediación de la consciencia.
Muchos millones de años después, cuando el cuerpo venía siendo experienciar hacía tiempo, empezamos a desarrollar otro tipo de mente que se dedica a hacer mapa, capaz de tener cogniciones de las cosas, comprensiones en dibujos y diseños a partir de nuestro hemisferio izquierdo; y en palabras, cuentos e historias a partir de nuestro hemisferio izquierdo. Llamamos a la mente que hace cogniciones, Mente Cognitiva. Es el relator, el cartógrafo, mapeando y creando modelos de la experiencia que vivimos. Básicamente, para hacer eso, para poder dibujar y comentar la vida, nuestra mente opera por disociación. Para hacer mapas de la vida, me separo de la vida. Tiene capacidad de reflexionar sobre el pasado y de proyectarse creando diseños a futuro y tiende a habitar poco en el presente.
Habitamos permanente en esta doble descripción. Una que nos está dando el cuerpo y otra descripción, muchas veces completamente diferente, que nos está dando nuestras cogniciones. No estamos diciendo que alguna sea intrínsecamente más valiosa que la otra, lo que queremos situar es que nuestra cultura nos cortó por el cuello dividiendo la conexión entre ambas. Si hay algo que nuestra mente somática nos quiere decir, nos lo dice con sensaciones. Cuando no entendemos las sensaciones empezamos con síntomas. Si no entiendo el primer mensaje, aparece el displacer en escala cada vez más marcada. Aparece la acidez, la gastritis, la úlcera cuando hace rato que la mente somática ya te viene diciendo ese lugar no me gusta, ese trabajo no me gusta, estar con esa persona no me nutre. El cuerpo me lo dice, pero mi mente cognitiva me da muchas razones para quedarme ahí, y si le hago caso, aparecen los malestares.
Hay un nivel que está por fuera de lo hasta ahora descrito, y lo llamamos nuestra Mente de Campo. En la mente de campo también estamos otra vez conectando, ahora con campos de información. Mi familia es un campo de información, la cultura en la que vivo es un campo de información, este lugar con estas personas conforma un capo de información, los linajes de aquello que yo practico. Cuando estamos operando en mente de campo tenemos la capacidad de acceder a la información que lo configura. Cuando restablecemos la conexión somato-cognitiva, la posibilidad de conectar con el campo se vuelve algo muy concreto, seguro y fácil. El acceso a esta información de campo, cuando no tenemos esta identidad primaria de integridad somato-cognitivo, muchas veces se hace difícil de procesar.
Continuaremos en futuros artículos comentado un poco más de lo que esta propuesta nos aporta para lo que, de la mano de un colega y amigo como lo es Daniel Oil, se ha dado en llamar PNL Generativa.