El lenguaje metafórico empleado en relatos, cuentos, mitos y leyendas es, sin lugar a duda, uno de los recursos más ancestrales que ha utilizado la civilización para transmitir conocimiento y experiencias. En tal sentido, ha sido empleado tanto a nivel recreativo, educativo, como así también en el ámbito terapéutico. Nos gusta referir desde la PNL que las personas se vuelven expertas en su “trance de problema”. Llevan meses o años relatando día tras día, una y otra vez, su sufrimiento, sea psicológico o somático, asegurándose de que en cada interacción su certeza de padecimiento sea confirmada por sus oyentes y reafirmadas así para ellos mismos. Este tipo de relación mono-temática y estrecha que se establece con el malestar muchas veces no puede ser trabajado con la lógica racional con la que se ha creado y recreado desde hace tiempo. Es decir, el lenguaje de la lógica que opera mayoritariamente a través de nuestra mente consciente no es el más adecuado para tratar este tipo de estructuraciones.
Parafraseando a Albert Einstein, los problemas no se resuelven en el mismo nivel de conciencia en el que se han creado. Si el problema fue creado con la lógica de nuestro hemisferio izquierdo -lineal, causal, analítica y formal- es necesario moverse a la lógica del hemisferio derecho -multidimensional, recursiva, imaginativa y holística- para facilitar una salida que me permita sortear las defensas de la persona. Este es uno de los grandes beneficios del trabajo con metáforas: trabajar con una lógica diferente a fin de evitar aquellas resistencias que emergen de nuestra mente consciente. Cuando una persona resiste la comunicación directa de quien lo asiste en el proceso de transformación, es posible encaminar los encuentros comunicándose en términos metafóricos.
El lenguaje sugestivo de las metáforas abre delante de la persona un abanico representacional lo suficientemente amplio para que sea la misma persona la que ponga el contenido. Es por ello por lo que los relatos y metáforas terapéuticas no se explican, pues se perdería el encanto. La importancia del lenguaje metafórico radica en su capacidad para sortear la resistencia y desplegar tantas direcciones posibles que solo la mente de la persona podrá colapsar en una realidad única y posible para su vida.
Siempre que conversamos con nuestros consultantes, nos convertimos en narradores de cuentos y, tal cual me convida siempre otro colega y amigo, no dejes que la verdad arruine una buena historia, diría Fernando Cuperman. Suelo hacer que en mi consultorio hable mi abuela, mi maestra de primaria, el amigo de un amigo; siempre y cuando lo que tenga para decir sea una buena forma de facilitar un proceso de transformación en quien escucha. En el fondo, toda la actividad que llevemos a cabo en la consulta terapéutica consiste en esta especie de ejercicio imaginativo que recurre a la tradición milenaria de contar buenas historias con el fin de transmitir algo que por otro medio conllevaría una inversión de energía mucho mas elevada.