Debido a la relevancia de los juicios en la construcción de la “realidad”, vamos a seguir analizando el dicho que nos congrega a la lectura de este ensayo desde la mirada del Coaching Ontológico: Antes de emitir un juicio deja que atraviese estas tres puertas: ¿Es verdad? ¿Es útil? ¿Es bueno?
En el Coaching Ontológico le damos especial importancia al lenguaje, por esto distinguimos dos tipos de lenguajes, el descriptivo y el generativo. El descriptivo corresponde al mundo de las afirmaciones. El generativo, entre otras cosas, al de los juicios, que permiten generar nuevas “realidades”, abriendo o cerrando posibilidades.
Y es aquí donde aparece la segunda puerta: ¿Es útil? Como ya vimos, los juicios son de vital importancia ya que configuran mi forma de pensar, sentir y accionar.
En el Coaching Ontológico disponemos de una excelente herramienta, que es la de fundar esos juicios, para que estos mejoren el mapa de nuestra “realidad” y se acerquen más al territorio, a la realidad misma. Cabe aclarar, que aunque un juicio sea fundado no se convierte en realidad. No se lo cambia de categoría convirtiéndolo en un hecho. Tan sólo, si cumple una serie de requisitos, lo establece como útil, tal como nos invita la segunda puerta.
La fundamentación de un juicio, conlleva a la realización de cinco pasos bien definidos, aunque no necesariamente tengan que realizarse en el orden que los voy a describir. De no verificarse alguno de estos, el proceso de fundamentación se podrá abandonar bajo la determinación de que el juicio no fue fundado, en otras palabras, que no será útil para enriquecer mi mapa sino que lo enturbiara.
El primer paso, se corresponde a preguntarnos: ¿para qué sostengo este juicio? Esta instancia me permitirá detectar la intención subyacente de alimentar ese juicio. Si este juicio no se alinea al objetivo que quiero alcanzar y no me aporta ningún tipo de información relevante, podré soltarlo y abandonarlo. Muchas veces es interesante indagarse de qué me está protegiendo el sostener ese juicio en mi vida sino contribuye a ella. Veamos un ejemplo, si yo como docente digo que mi alumno Juan es impuntual y determino que el para qué digo ese juicio es para aportar a una mejor formación de Juan, el primer paso estaría logrado ya que mi intención es significativa para su proceso de certificación.
Si mi juicio, posee un para qué y se justifica el seguir sosteniéndolo, pasaremos al segundo paso, donde deberemos enmarcar el juicio a un dominio especifico, a un ámbito de acción. Mayoritariamente, en nuestro hablar tendemos a generalizar. Volviendo al ejemplo anterior, al decir que Juan es impuntual, y debido a mi autoridad, ese juicio podría ser considerado por otros como válido, estaría limitando la posibilidad de que Juan sea considerado para un potencial empleo donde uno de los requisitos excluyentes sea la puntualidad. Por lo cual, este paso nos interpela a que acotemos el juicio al dominio al cual hacemos referencia, ya sea laboral, educativo, familiar, etc. En nuestro ejemplo, lo enmarcaremos en lo educativo en las clases de Coaching en el instituto.
El tercer paso es el comparar el juicio con estándares de referencia, y siguiendo con el ejemplo anterior de definir a Juan como una persona impuntual, debo compararlo con el estándar de lo que se considera como impuntual. No es lo mismo llegar uno o cinco minutos a media hora tarde, ni tampoco la cantidad de veces que esto ocurrió o bajo qué circunstancias, por ejemplo, meteorológicas adversas. En nuestro caso, deberé compararlo con el horario de llegada de sus compañeros a la clase de Coaching en el instituto.
El cuarto paso será el de juntar las afirmaciones que sustenten el juicio que deseo fundar. Continuando el ejemplo anterior, habrá que recopilar evidencia o testigos que constaten que Juan llegó tarde a las clases de Coaching en el instituto. Deberán comprobar qué días fueron, a qué hora llegó, cuáles fueron las circunstancias, si existía un previo aviso al respecto, etc. Todas estas afirmaciones deben provenir del mundo de los hechos y no intentar fundar juicios con más juicios.
El último y quinto paso se corresponde al buscar de fundar el juicio contrario y establecer afirmaciones que lo funden. Continuando el ejemplo de la posible impuntualidad de Juan, debemos intentar establecer el juicio contrario diciendo que Juan es puntual y juntar las afirmaciones que así lo sustenten. Si no existen afirmaciones que comprueben que Juan fue puntual, recién ahí podemos hablar de que el juicio está fundado. Caso contrario, el juicio será infundado.
Gracias a la herramienta de fundamentación, hemos convertido un juicio en útil, satisfaciendo así el requerimiento de la segunda puerta.
Una vez que atravesamos las dos primeras puertas, llegamos a la última y no por esto la menos importante, que nos interpela acerca del juicio que emitimos: ¿Es bueno?
Cuando decimos que algo es bueno, muchas veces nos referimos que lo es porque es beneficioso exclusivamente para mí. Esto provoca problemas con otros que tienen intereses opuestos o peor aún, afectamos a un sistema mayor al cual pertenecemos, como ser la familia, la empresa, etc.
Por consiguiente, deberemos optar por opciones que aporten algo provechoso a mi vida, a la de mis otros significativos y al sistema al cual pertenecemos. Tanto sea en tiempo presente, como hacia futuro. Si todas estas instancias se cumplen, en el caso de los juicios, podríamos decir que el juicio es ecológico y por lo tanto es bueno.
Con esto damos por finalizado este pequeño ensayo sobre este antiguo dicho y en relación al Coaching Ontológico, estamos en condiciones de reformularlo: Antes de emitir un juicio, deja que tu juicio atraviese estas tres puertas: ¿habita en tu “universo”? ¿Está fundado? ¿Es ecológico?
Lic. Cristian H. Perelló