Tu cuerpo grita tus emociones
Si bien los saberes que hablan de la interrelación entre el cuerpo físico y la mente/emociones datan de siglos y hasta milenios de antigüedad, hoy en día son la medicina de vanguardia y las neurociencias quienes los validan dándole la bienvenida a un nuevo paradigma. El nuevo modo de ver y entender las enfermedades que está comenzando a arraigarse en la sociedad y en la comunidad médica rompe con el anterior imperante en el que, hasta hace no muchos años, el cuerpo físico era considerado una especie de máquina a la cual había que repararle o reemplazarle partes si éstas entraban en desperfecto técnico, sin contemplar de ningún modo cuál era el origen profundo del mismo.
Desde la Medicina Cuerpo Mente Alma, la cual entre una de sus herramientas de utiliza a los conceptos y técnicas de la Biodescodificación, honramos estos conocimientos ancestrales y los unimos a las bases sólidas de la ciencia moderna que los respaldan y por otro lado complementan, generando un abordaje completo, holístico, que contempla a la totalidad del ser. Tenemos respaldo científico y empírico basado en nuestras experiencias con pacientes a lo largo de los años, que el cuerpo no enferma al azar ni se “rompe” porque sí; en prácticamente la totalidad de los casos, cuando un síntoma irrumpe en la vida de la persona es como resultado del mecanismo de adaptación que su cerebro está poniendo en marcha para adaptarse a lo que interpreta que está sucediendo en su entorno.
En base a lo que veníamos mencionando, podemos decir en otras palabras, que lo que conocemos como enfermedad no es más que nuestro cuerpo teniendo reacciones que el cerebro pone en marcha para adaptarse a lo que interpreta que está pasando. Estas respuestas son mediadas por neuroquímicos, que son unos compuestos especiales que envían la señal a cada célula sobre cómo deben comportarse y funcionar en cada momento de nuestra vida. Estas señales, incluso antes de que se instalen como un desequilibrio físico persistente, son las que llamamos “emociones” y nos hacen sentir de ese modo tan particular cuando las experimentamos.
¿Sentiste alguna vez que tenías rabia y la notabas como una piedra en el estómago? ¿Te diste cuenta de que te estaba invadiendo la angustia cuando percibiste la sensación física de que el pecho o la garganta se te oprimían? Eso y miles de ejemplos más que podríamos dar, es la clara muestra de la interrelación entre las emociones y las repercusiones físicas que tienen.
Para poder hacer un abordaje que no sólo suprima el síntoma visible, el “desarreglo físico” sino también su causa real, debemos conocer cuál es la creencia que hace que estemos interpretando que es necesaria esa respuesta física en este momento, en lugar de un funcionamiento “normal” de esas células u órganos.
Antes de seguir avanzando quisiera decir en pocas palabras qué es una creencia: se le llama así a aquellas ideas que tenemos en torno a una situación, objeto o persona en particular; es la etiqueta con la que internamente clasificamos “esto” cuando lo percibimos. Es en base a cada etiqueta que tendremos determinadas respuestas emocionales ante lo que sucede y tomaremos decisiones en consecuencia.
Por ejemplo, pensar “quienes tienen mucho dinero es porque han sido deshonestos en su vida, son infelices y egoístas” nos puede llevar a sentirnos incómodos frente a personas con un buen pasar económico, e incluso a coartar nuestras posibilidades de prosperidad porque algo adentro nuestro “nos protege” de caer en tales situaciones. Ese pensamiento no es verdadero por sí mismo sino que cada uno de nosotros podemos “creer” que es cierto o hasta incluso pensar todo lo contrario.
Volviendo a lo anterior ¿qué relación tiene una creencia con un síntoma físico? La interpretación del mundo que nos rodea y lo que nos sucede se hace en base a estas creencias por lo cual, éstas son las causantes de las enfermedades y síntomas que padecemos. Así mismo, encontrarlas y actualizarlas son el camino para que nuestro inconsciente biológico deje de enviar esa señal de adaptación y entonces nuestra enfermedad pueda ser tratada de raíz.
En la gran mayoría de los casos, sucede que en realidad ese síntoma físico no tiene sentido que esté allí ya que la creencia se encuentra desactualizada; tenía sentido y coherencia al momento de instalarse pero ya no lo tiene en la actualidad. Por ejemplo, la creencia de “si mis padres me abandonan corro peligro” podía ser lógica a los 5 años, y de forma acertada poner en marcha comportamientos para evitarlo e incluso todas las respuestas físicas del estrés al sentir que esto podía pasar. Algunas de estas respuestas podrían ser el aumento de la presión arterial, aumento del azúcar en la sangre, insomnio, etc.
Lo que en su momento podía ser útil para cuidarnos, si hoy no actualizamos esa creencia, podría estar generándonos los mismos síntomas físicos o emocionales ante la sola idea de que alguien nos puede abandonar, cuando en realidad si esto sucediera ya no sería un “peligro” real para nuestras vidas. Incluso, esta creencia podría estar causando que percibamos que nos pueden abandonar cuando en realidad no fuera cierto…podría llevarnos a ver fantasmas donde no los hay y actuar en consecuencia a ellos.
“Si cambias la forma de ver las cosas, las cosas cambian de forma.” Wayne Dyer.
Hagamos ahora un breve resumen que servirá como guía para que empieces a auto indagarte y conocer cuáles son las creencias y emociones que pueden estar causando tus síntomas, para que puedas comenzar a trabajar en ellas para sanarlas. Es sumamente importante recalcar que las siguientes líneas son un mero resumen cuya aplicación profunda en un ámbito terapéutico requiere del “expertice” de un profesional formado en estas disciplinas, quien tendrá las herramientas necesarias para poder investigar a fondo las emociones y creencias del consultante, personalizando al máximo el abordaje y atendiendo por completo la individualidad de la experiencia de cada uno que se acerca a sus sesiones.
La propuesta en este caso es una serie de preguntas que podrías hacerte en caso de estar padeciendo esos síntomas. Podría ser que todas fueran aplicables o sólo alguna. Lo importante es que actúen como un disparador de ideas que te pongan en marcha en la dirección de empezar a revisar emociones que pueden estar sin resolverse y que necesitan ser atendidas para lograr ayudarte a soltar la enfermedad.
Problemas a nivel muscular: ¿Qué es lo que no quieres seguir haciendo? ¿De qué te dientes culpable por haber hecho (o no haberlo hecho)? ¿Ante qué te sientes impotente?
Problemas a nivel digestivo: ¿Qué es lo que no quieres dejar entrar a tu vida? ¿Cuál es ese secreto que no quieres mostrar, que te avergüenza tanto que otros sepan? ¿A qué se debe esa rabia y rencor que estás sintiendo?
Problemas a nivel urinario: ¿De qué tienen miedo? ¿Quién te está invadiendo el terreno (real o simbólico)? ¿Estás sintiendo que necesitas “defender” lo que es tuyo?
Problemas genitales: ¿Por qué sientes este rechazo hacia la sexualidad? ¿Sentiste algún tipo de abuso sexual en la infancia? ¿Cuál es tu conflicto respecto a tus hijos? ¿Por qué rechazas a tu pareja?
Problemas en la piel: ¿Por quién y cuándo te sentiste abandonada? ¿Pudiste ya soltar aquella relación? ¿A quién extrañas tanto? ¿A quién necesitas sentir cerca nuevamente?
Problemas respiratorios: ¿Qué es lo que percibes “en el aire” (a nivel simbólico) y sientes que te está intoxicando? ¿Qué te hace sentir que no mereces vivir? ¿Cuál es esa tensión que estás percibiendo en el ambiente en el que estás la mayor parte del día?
Estas son generalidades muy amplias de algunos de los principales sistemas de nuestro cuerpo. En la Medicina Cuerpo Mente Alma trabajamos con estas ideas generales pero de forma más específica con cada una de las enfermedades en particular e incluso el modo de presentación en cada paciente, pero de igual manera esas preguntas pueden acercarte a que puedas empezar a tomar consciencia sobre aquellos aspectos que hoy en día te afectan y que descubrirlos te ayudarán a sanar física y emocionalmente.
Es importante mencionar que este abordaje no es de ninguna manera sustitutivo sino complementario de la medicina y psicología convencional. Desaconsejamos totalmente el abandonar cualquier tratamiento en curso, hasta que el profesional de referencia sea el que así lo indique.
Dra. Nadia Giraudo – médica
IG: @dra.nadiagiraudo
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